Aunque al salir de casa a primera hora de la mañana, para ir
a mojar el sedal, hacia frío, pero no tanto como el que me he encontrado a la
orillas del río, el coche marcaba -9 ºC.
Con estas temperaturas, me he pertrechado con varias capas a
modo "cebollil", armado de valentía, y entre la escarcha que cubría todo he llegado a la orilla del río.
La mañana ha ido templándose con las horas, incluso en la
caminata de vuelta al coche sobraban ya alguna de las capas.
Pese a las inclemencias he disfrutado de una grata media jornada al
lado del río, incluso con alguna ¿merecida? recompensa.