Todos los que labramos nuestra alma a la orilla de una
corriente de agua, nos sentimos capturados por las aguas que nos acucian, que
tanto generan en nuestras truchas, y por los árboles de las orillas que nos
circundan, nos arropan en el discurrir.
Desde pequeños sauces, pasando por alisos, álamos, chopos
variados, algunos singulares como fresnos y avellanos, también necesitan el
agua, como nosotros.